La educación basada en competencias es una tarea de los propósitos de la Educación y su vínculo con la atmósfera globalizadora de nuestros tiempos. Los procesos áulicos enmarcan la realidad de aprendizaje donde los conocimientos, habilidades, valores y actitudes toman la estructura de competencias. Los alumnos y sus haceres específicos en el aula, así como el docente y los procesos didácticos que promueve en el aula matizan a las competencias dando validez para su creación o fortalecimiento. No se puede hablar de competencias en general, es decir; debe ser en un aula con alumnos específicos que concursen sus conocimientos para construir nuevos.
El pensamiento aritmético favorecido con el estudio de la resta genera nuevos esquemas cognitivos y cognoscitivos concretos en los alumnos, con esta promoción sustancial se moviliza el proceso que tiene el alumno de segundo de primaria para saber que este problema requiere de trabajar con la resta, necesitando de otros saberes como: valor posicional, agrupación, algoritmo convencional de la resta, conteo, etc... este paquete de conocimientos es específico en el contexto numérico que la resta tiene en la matemática. Ya es tarea del docente adecuar a las condiciones socioculturales. El revisar y dar cuenta (entre el alumno y el docente) del paquete de conocimientos que estructuran a la resta es con base en un cierto grupo de competencias, es aquí donde hablamos de competencias y no de una serie de conocimientos (habilidades, actitudes y valores) desarticulados.
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